Todo este cuadro estaba depositado en una habitación totalmente desierto, de una casa pintona de Belgrano, también vacía. Ni un solo mueble. Solo algunas pelusas y marcas de los cuadros y repisas que en algún momento estuvieron en paredes y equinas. Algún que otro clavo en el suelo y astillas de madera, denotando la abrupta e impulsiva fuga de las cosas.
Días atrás, esa casa tenia muebles. Los clavos estaban es su lugar y, entre los pasillos y habitaciones, corría el ruido. De algún modo, la vida. Él, su señora, una princesita de 11 y un campeoncito de 7. Había una normalidad que se sostenía como un barrilete pesado en una leve brisa en extinción.
El nene iba a colegio privado, todavía. A la nena la habían cambiado a público en ese año.
El corralito había dejado poco a la imaginación y hacia ya cuatro años que se empezó a sentir cada vez más que el dinero era poco. Cada vez más poco. Cada vez alcanzaba para menos.
Él, aconsejado pero rara vez acompañado por un amigo, empezó con las apuestas. Se había vuelto jugador y se le sumaron todos los ingredientes que ese vicio suele traer.
En su almohada se empezaron a oler otros perfumes. La cena rara vez era en familia. Los niños ya casi ni se enteraban cuando llegaba papá y, los invadía el miedo cuando, sin querer, oían la hebilla del cinturón del padre.
Una noche, después de haber dejado en el colorado 29 los estudios de los chicos y en un terrible 22 la hipoteca, borracho, se dispone a entrar a su casa. El silencio le era normal para ese horario. Prende la luz del living y nada. No había nada. Sube con un impulsivo sollozo hacia las habitaciones. Nada. No había nada ni nadie. Vuelve al living tratando de armar posibilidades, respuestas. En un costado logra ver, venciendo a su mareo y tragando amargura, una mesita con una carta y un revolver sobre su superficie. Ese revolver, el maldito revolver que lo transportaba a aquella noche en la que mató, entre los pasillos de su casa, a ese ladrón que intentó robarles lo que con esfuerzo habían conseguido.
Mario Bravo, Buenos Aires 2008.
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